-Dolor intenso en el talón, especialmente al dar los primeros pasos por la mañana o después de un largo período de descanso.
-Sensación de ardor o dolor punzante en la parte inferior del talón o en la base del pie.
-Dolor que disminuye a medida que el pie se mueve o se calienta, pero puede regresar después de largos períodos de estar de pie o caminar.
-Hinchazón leve en la parte inferior del talón.
-Si el dolor en el talón es persistente o empeora con el tiempo.
-Si el dolor no mejora con reposo o cambios en el calzado.
-Si experimentas dolor intenso, incapacidad para caminar o sensibilidad prolongada en el talón.
-Si el dolor interfiere con las actividades diarias, como caminar o hacer ejercicio.
Sobrecarga o uso excesivo: La fascitis plantar se desarrolla comúnmente debido a actividades físicas que requieren estar de pie durante mucho tiempo o caminar grandes distancias, especialmente sobre superficies duras.
Deportes de alto impacto: Actividades como correr, saltar o bailar pueden aumentar la tensión sobre la fascia plantar y provocar inflamación.
Calzado inapropiado: Usar zapatos que no proporcionan el soporte adecuado, como los de tacón alto, planos o sin amortiguación, puede aumentar la presión sobre la fascia plantar y contribuir a su inflamación.
Pies planos o arco alto: Las personas con pies planos (sin arco natural) o con un arco muy alto tienen más probabilidades de desarrollar fascitis plantar debido a la forma en que su pie distribuye el peso durante la marcha.
Sobrecarga de peso: El sobrepeso aumenta la presión sobre los pies, especialmente el talón, lo que puede provocar la inflamación de la fascia plantar.
Edad: A medida que envejecemos, la fascia plantar pierde flexibilidad y elasticidad, lo que la hace más susceptible a lesiones y tensiones.
Factores ocupacionales: Trabajos que requieren estar de pie durante largos períodos o caminar sobre superficies duras pueden aumentar el riesgo de desarrollar fascitis plantar.